Canalización de Efrén Álvarez Calderón.
Cómo Diferenciar entre Realidad e Ilusión en la Espiritualidad.
Efrén Álvarez Calderón, canalizador y maestro espiritual, guía hacia la autoaceptación, paz interior y equilibrio. Su enseñanza fusiona sabiduría ancestral con una visión renovada, acercando la espiritualidad a la vida cotidiana.
En nuestra vida cotidiana, es esencial aprender a diferenciar lo que es real de aquello que no tiene peso ni fundamento.
Esta capacidad nos permite vivir con más claridad, paz interior y propósito. Distinguir lo real de lo ilusorio no solo nos orienta hacia un equilibrio interno, sino que también nos brinda herramientas para enfrentar los desafíos cotidianos con serenidad.

¿Qué Es Real?
La realidad se refleja en nuestra actitud hacia lo que genera resultados. Cuando identificamos aquello que verdaderamente funciona en nuestra vida, podemos avanzar con confianza y gratitud. Por el contrario, la ilusión es aferrarnos a esperanzas vacías, a expectativas que no se concretan porque no están alineadas con nuestra conciencia ni con nuestras acciones.

Realidad en las relaciones.
Lo real es saber que las personas que nos rodean encuentran en nosotros accesibilidad, calidez y facilidad para amarnos. Este tipo de conexión no se fuerza, surge de nuestra capacidad para ofrecer a los demás una presencia auténtica y serena.
Si logramos esto, entonces compartimos desde el corazón, trascendiendo ideologías y mostrando una autenticidad basada en experiencias vividas.
Técnicas de ascensión desde la realidad.
Cuando identificamos actitudes que producen resultados genuinos, estas se convierten en herramientas para nuestro crecimiento personal y espiritual.
Estas técnicas no nacen de dogmas ni de teorías, sino de la observación honesta de nuestra vida. Nos permiten vivir con consciencia plena, evaluando nuestras acciones desde un espacio de sinceridad y autocompasión.

Ser Accesibles y Generar una Atmósfera de Equilibrio.
Para que nuestra espiritualidad sea legítima, debemos reflexionar sobre el impacto que tenemos en quienes nos rodean. Preguntemos con sinceridad:
- ¿Qué atmósfera genero con mi presencia?
- ¿Es mi energía un recurso que fomenta el bienestar en los demás, incluso después de que me he ido?
Cuando nuestra presencia contribuye al equilibrio y bienestar, esa es nuestra realidad espiritual.
No se trata únicamente de lo que decimos o hacemos, sino de la energía que dejamos a nuestro paso, una energía que genera tranquilidad y calidez en el corazón de los demás.
El valor del servicio: apoyar a otros para alcanzar nuevas alturas.
Identificar los Altos y Bajos de Nuestro Camino.
Las sorpresas y los vaivenes en la vida surgen, muchas veces, de nuestra falta de autoobservación.
No saber qué funciona y qué no en nuestra experiencia puede llevarnos a errores de percepción.
Generar calidez y ser un recurso vital.
Cuando creamos una atmósfera de calidez y nos convertimos en un recurso valioso para los demás, encontramos el sentido común en nuestra espiritualidad.
Esto se manifiesta en resultados claros, como una presencia que aporta serenidad y confianza.
Reconocer lo que no funciona en nuestras actitudes o comportamientos no significa castigarnos, sino ajustar el rumbo.
Aprender a identificar las áreas donde podemos crecer nos permite evitar los ciclos de desequilibrio y confusión.

Reconocer y Valorar a Nuestra Familia
Celebrar las cualidades de quienes amamos.
No esperemos a perder a un ser querido para reconocer su valor. Expresemos ahora lo que amamos de ellos.
Esto se puede hacer a través de palabras, cartas o acciones concretas que demuestren su impacto en nuestra vida.
Pedir retroalimentación y reciprocidad.
Podemos pedir a nuestros seres queridos que nos escriban sobre lo que valoran de nosotros.
Esta práctica refuerza los vínculos y nos muestra que nuestro camino es legítimo, no una ilusión. Además, fortalece nuestra capacidad para vernos con los ojos de quienes nos aman, lo que puede ser profundamente transformador.

La Exigencia Sutil y la Paz Interior.
El impacto de nuestras expectativas.
La «exigencia sutil» aparece cuando somos críticos de manera constante con nosotros mismos o con los demás. Esta actitud crea estructuras mentales rígidas que nos alejan de nuestra paz interior.
Cuando dejamos de imponer expectativas irreales sobre los demás, creamos un espacio de libertad en nuestras relaciones.
Este cambio no solo reduce la ansiedad en quienes nos rodean, sino que también nos libera a nosotros mismos de cargas innecesarias.
Vivir como un recurso para los demás.
Preguntemos a quienes amamos:
- ¿Consideras que soy un recurso en momentos de necesidad?
- ¿Qué significa mi presencia para ti?
Cuando somos un recurso valioso y un privilegio mutuo para quienes nos rodean, cancelamos las ilusiones de desconexión y aislamiento.
Creamos un espacio donde la interdependencia saludable fomenta el crecimiento personal y la paz colectiva.

La Presencia Divina: Ser Amor y Equilibrio.
Más allá de las palabras.
La verdadera espiritualidad no se trata de hablar del amor, sino de ser amoroso. Es hacer tangible la iluminación en nuestras acciones y compartir nuestra esencia de manera natural.
Una actitud central de equilibrio.
Nuestra espiritualidad se mide por cómo impactamos el estado de ánimo de quienes nos rodean. Si nuestra presencia genera paz y alegría, estamos alineados con nuestra esencia divina.

Renacer en el Presente.
La resurrección implica esfuerzo, mientras que el renacimiento es la libertad de aceptar nuestro presente con gratitud y alegría.
Cuando renacemos, dejamos de cargar con el pasado y encontramos satisfacción en cada etapa de nuestra vida.
Ser natural y auténtico.
Quien agradece lo que tiene se merece lo que pide.
Nuestra autenticidad radica en reconocer la belleza de nuestro entorno y disfrutar de lo que hemos conquistado, sin comparaciones ni autoexigencias excesivas.
El poder de renacer con gratitud.
Renacer no significa borrar el pasado, sino aprender a mirar hacia adelante con confianza y aceptación. Es abrazar cada experiencia como un regalo que nos transforma y nos acerca más a nuestra esencia divina.

El Verdadero Poder Espiritual.
El poder espiritual no radica en la capacidad de cambiar el mundo, sino en nuestra habilidad para mirar la belleza de nuestro entorno sin esfuerzo.
Este poder se manifiesta en la humildad y la sencillez, virtudes que nos conectan con el universo.
Practicar la gratitud y la apreciación.
Registremos cada momento de belleza, cada milagro y cada ser humano que nos inspira. Al hacerlo, fortalecemos nuestra fe y nuestra capacidad de vivir con plenitud.
Conclusión: La Semejanza y el Propósito Divino.
El verdadero propósito del ser humano no es acumular conocimiento, sino disfrutar del presente.
La semejanza con lo divino surge cuando somos capaces de amarnos y amar a quienes nos rodean con un corazón humilde.
Como dijo el Maestro:
“El poder real es reconocer la grandeza tanto en quien tiene grandes facultades como en quien es un humilde servidor.”
Así, vivimos en paz, reímos sin cesar y soñamos sin límites. Este es el camino hacia la verdadera realización.