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El Contrato Firmado al Nacer.

Ilustración de un alma luminosa firmando su contrato antes de nacer, con un pergamino sagrado sobre una mesa celestial, rodeado de un cosmos radiante y una energía divina envolvente.

El mensaje de Efrén Álvarez Calderón sobre el Contrato del Alma al Nacer.

Efrén Álvarez Calderón, canalizador y maestro espiritual, guía hacia la autoaceptación, paz interior y equilibrio. Su enseñanza fusiona sabiduría ancestral con una visión renovada, acercando la espiritualidad a la vida cotidiana.

Dos Caminos, Un Propósito.

Pergamino sagrado flotando en un entorno celestial, iluminado por luz dorada. El contrato etéreo, con inscripciones místicas y símbolos espirituales, representa el acuerdo del alma antes de encarnar. Rodeado de un aura de luz, transmite la sensación de un divino compromiso con la vida.
Desde el inicio de nuestra existencia, firmamos un contrato sagrado con la vida. Un compromiso que nos guía en el camino de la transformación o el gozo del presente.

 

Todos llegamos a esta vida con un compromiso profundo. Es como si hubiéramos firmado un contrato espiritual al nacer, una alianza sagrada que marca la intención de nuestra alma. Ese contrato implica una dirección, un propósito, un llamado al movimiento interior. A ese trayecto lo llamamos el Camino Uno: el de hacer, cambiar y transformar.

Existe también otro sendero, igualmente válido: el Camino Dos, el del disfrute pleno, el de soltar el pensamiento, de dejar de preguntarnos constantemente para qué estamos aquí. Es el camino de estar simplemente presentes, abiertos, alegres.

Ambos caminos son sagrados y nos conducen a la ascensión. A veces, basta un solo día de entrega total al presente o a la acción con el corazón para tocar lo divino. A esos momentos los llamamos Momentos Sagrados, instantes reales de presencia.

El Primer Momento Sagrado: Aceptar Encarnar.

Ilustración de un alma luminosa descendiendo desde una dimensión elevada hacia la Tierra, envuelta en un haz de luz dorada, simbolizando la valentía de encarnar .
El primer acto de amor y valentía: aceptar encarnar .

El primer gran acto de amor y valentía fue aceptar encarnar. Venimos desde frecuencias suaves, relajadas, hacia una realidad densa. Esa decisión, por sí sola, ya nos otorga la ascensión. Pero al entrar en la experiencia humana, olvidamos. Creemos que debemos acumular acciones, cumplir etapas, sumar momentos para poder ascender.

Así nace la sensación de tener que «avanzar» una vida tras otra, no por el gozo de vivir, sino por sentir que nos faltan cosas por hacer. Pensamos que nuestro contrato exige reparar lo que está desordenado a nuestro alrededor, y que, al contribuir a la armonía, estamos cumpliendo nuestro compromiso.

La Verdad Detrás del Contrato.

Silueta humana rodeada de una intensa luz dorada, irradiando ondas de armonía y expansión energética en todas direcciones, simbolizando la paz y la misión espiritual del alma en la Tierra.
El contrato del alma es simple: expandir la paz y la armonía. No hay mayor misión que recordar lo que realmente somos.

Podríamos cumplir nuestra parte del contrato desde cualquier lugar celestial, pero decidimos hacerlo aquí, en esta densidad. El contrato no se firmó en el cuerpo, sino fuera de él, en la conciencia. ¿Y cuál fue ese contrato? Venir y llevar paz y armonía a cada persona con la que interactuamos.

Esa es la Nueva Buena. El gran mensaje es que somos paz y armonía, y que eso es lo único que tenemos que ser y hacer. En cada crisis, en cada confrontación, nuestro camino es regresar a la paz. Porque eso es lo que somos.

Dos Caminos, Dos Ilusiones.

Ilustración de un camino bifurcado iluminado por el sol naciente. A la izquierda, herramientas como martillos, llaves y engranajes simbolizan el esfuerzo, la transformación y la acción. A la derecha, un sendero rodeado de flores, brisa suave y engranajes en armonía representan el disfrute, la ligereza y la entrega al presente. En el horizonte, ambos caminos convergen hacia una luz radiante, simbolizando la ascensión y la realización espiritual .
Dos caminos, una misma luz. Uno requiere esfuerzo y transformación, el otro invita a la entrega y el disfrute. Ambos conducen al mismo destino: la paz.

El Camino Uno puede parecer arduo. Cambiar, transformar, accionar conlleva esfuerzo, y con el tiempo podemos creer que nuestra misión es muy compleja. En el Camino Dos, al disfrutar del presente, aparecen otras ilusiones: la culpa y los reclamos. La gente podría pensar que no nos afectan las cosas, y eso genera juicio. Pero eso es santidad: estar en el gozo sin moverse desde el drama exterior.

Oscilamos entre el temor de que nuestro esfuerzo no garantice la ascensión, y la culpa de disfrutar tanto que parezca que nos desconectamos del servicio. Pero la ascensión hoy no requiere grandes logros ni sacrificios. Requiere ser reales: ser paz y armonía de forma continua.

Ser Reales, Vivir el Presente.

Ser reales es vivir desde el presente. Cuando algo está fuera de orden, es solo un llamado a volver al ahora. En ese presente podemos ver el rechazo, la culpa, el temor, y dejarlos ir.

La divinidad quiere que disfrutemos el presente. Si lo vivimos sin rechazo ni juicio, estamos en libertad. La santidad está en esa libertad, en esa paz que se sostiene por sí sola.

La Vida es Prestada, el Ser es Eterno.

Nuestro cuerpo, nuestra familia, nuestras circunstancias: todo es prestado. Solo somos permanentes en la luz crística que nos dio origen. No estamos aquí para complementar el caos del mundo, sino para recordar quiénes somos.

Venimos del corazón del Sol de Soles, del Cristo vivo. Y al recordar esto, nuestra labor deja de preocuparnos. Simplemente somos paz, simplemente somos armonía.

El Regalo de una Vida Plena.

Algunas personas, durante su vida, desarrollan grandes capacidades para ayudar a la humanidad. Pero a medida que maduramos, el llamado se simplifica: ser paz y armonía. Compartir eso con quienes nos rodean, incluso si nunca lo pidieron.

De niños y ancianos lo recordamos. Como adultos, nos enredamos creyendo que la vida es compleja, que Dios es complejo, que estamos siendo evaluados.

Pero el alma sabe que una sola vida, vivida en gozo y entrega, es suficiente. No hace falta repetir. Cuando dejamos de preocuparnos, el impacto de nuestra presencia se vuelve total. Cada interacción tiene sentido, y no hay nada más que buscar.

Cerrando Archivos, Abriendo el Corazón.

Ilustración de un ser humano liberando carpetas y papeles en el viento, representando la acción de cerrar ciclos.
Cerrar ciclos y soltar el pasado nos permite avanzar con ligereza. Cada archivo que dejamos ir nos acerca más a la paz interior, liberándonos de cargas innecesarias y permitiéndonos vivir plenamente.

A veces cargamos con historias no resueltas. Archivos abiertos que nos quitan energía. La valentía espiritual está en cerrarlos todos, en reconocer que la tarea ya está hecha. Ser voluntario una vez es suficiente.

El ego quiere seguir buscando errores, «faltantes», misiones pendientes. Pero cuando vemos con los ojos del corazón, entendemos que no hay más que disfrutar, agradecer, y recibir los regalos de la vida.

Los Regalos de los Seres que Partieron.

Ilustración de un espíritu luminoso entregando un regalo de luz a una persona en la Tierra, representando el amor y la conexión más allá de la vida.
Los seres que han partido no dejan pendientes, sino regalos de amor. Aceptarlos es cerrar el ciclo y permitir su evolución en paz.

Cuando alguien que ha fallecido viene a nuestra mente, no es porque haya algo pendiente. Es porque trae regalos. Viene a decirnos: «Te amo», «Me llenas», «Perdóname».

Aceptar esos regalos es cerrar el ciclo. Es reconocer que dimos lo que teníamos que dar, y que ahora es tiempo de recibir. De bendecir. De dejar que esos seres evolucionen con nuestra conciencia y amor.

Ser Dios en un Cuerpo Humano.

Vinimos a este mundo no a reparar, sino a disfrutar. A recordar que somos Dios en forma humana. Que el universo no estaba incompleto, solo esperaba nuestra presencia.

Nuestro corazón es el templo viviente de Dios. Somos el regalo que el cosmos necesitaba. Vivir es el mayor privilegio.

Dos Caminos, Dos Legiones.

Hay quienes vinieron a trabajar, a cambiar, a luchar. Y hay quienes vinieron a disfrutar, a jugar, a reír. Ambas legiones son sagradas. Pero los santos, los iluminados, los niños sabios, nos traen el resto de la noticia: que la vida es gozo, placer, alegría y satisfacción.

  • El placer es del cuerpo.
  • El gozo y la alegría, del corazón y del espíritu.
  • La satisfacción, de la mente que siente que ha creado.

Cuando disfrutamos con autenticidad, no hay karma, no hay deuda. Solo hay luz.

Disfrutar el Presente: El Verdadero Propósito.

Mover cajas, vivir situaciones, convivir con personas… todo eso era parte del juego. Dios, con una sonrisa amorosa, nos puso a jugar. Y el verdadero festejo es reconocer que ya hemos sido todo, que ya hemos dado todo.

Disfrutar del presente, del cuerpo, de las emociones, de las personas que amamos. Eso es estar despiertos. Eso es la verdadera ascensión.

Ver con los Ojos de Dios.

Cuando un familiar venga a tu mente, agradécele. Bendícelo. Dile: «Te recuerdo, te amo». Envíalo a templos de luz para que reciba todo lo que merece.

Porque lo que damos, recibimos multiplicado. Y cuando uno de esos seres regrese iluminado, nos traerá más regalos. Nos hará recordar que somos el motivo por el que este universo existe.

Vivir y Reír.

Un grupo de personas celebrando bajo la luz radiante del sol, bailando con los brazos elevados, irradiando felicidad y energía vibrante. Representa la alegría de la existencia y el gozo de vivir con plenitud y gratitud.
Un grupo de personas celebrando bajo la luz radiante del sol, bailando con los brazos elevados, irradiando felicidad y energía vibrante. Representa la alegría de la existencia y el gozo de vivir con plenitud y gratitud.

Somos el regalo. Somos la fiesta. Y cuando lo reconocemos, lo vivimos con los ojos del asombro, como los niños, como Dios mismo.

Que nuestra vida sea un canto de gratitud. Que vivamos con gozo, porque la fiesta ya comenzó y somos los invitados de honor.

Mantengamos nuestra atención en el único templo verdadero: nuestro corazón. Y sigamos compartiendo con los demás, con amor, lo que en verdad somos: Paz y Armonía.

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