Canalización de Efrén Álvarez Calderón.
Cómo Cultivar el Equilibrio Interior y superar el Karma.
Efrén Álvarez Calderón, canalizador y maestro espiritual, guía hacia la autoaceptación, paz interior y equilibrio. Su enseñanza fusiona sabiduría ancestral con una visión renovada, acercando la espiritualidad a la vida cotidiana.
La Paz Divina, la Entrega Celestial y la Fluidez en el Presente.
En el juego de la vida, existen tres pilares esenciales para vivir en plenitud: la paz divina, la entrega celestial y la fluidez divina.
Estos conceptos nos conectan con nuestra esencia más profunda y nos ayudan a alcanzar la paz interior a través de la gratitud, mientras superamos las dificultades con gracia y presencia.

Paz Divina: Aceptar la Verdad Esencial.
La paz divina es la sencilla aceptación de la verdad que habita en cada circunstancia.
Reconocemos que todo lo que enfrentamos tiene un propósito y que, al permitirnos descansar y disfrutar del momento presente, comenzamos a extinguir el karma acumulado.
Este proceso es clave para nutrir nuestro crecimiento personal y abrir espacio para una vida en armonía.
Lo opuesto a esta paz es el agotamiento mental generado por la búsqueda incesante de respuestas o soluciones.
Esa búsqueda constante consume nuestra energía y nos aleja de la estabilidad necesaria para nuestro bienestar físico y emocional.
Cuando nos damos el permiso de sentir orgullo genuino por nuestras etapas de vida, abrazamos una paz que trasciende cualquier circunstancia. Reconocemos que, en el ahora, no necesitamos nada más que estar en armonía con nosotros mismos, disfrutando de la Paz Interior a través de la gratitud.

Entrega Celestial: Aceptar la Bendición en Cada Experiencia.
La entrega celestial consiste en reconocer que cada circunstancia trae consigo una bendición oculta, un regalo que está esperando a ser descubierto.
Esta entrega no implica resignación, sino confianza en que estamos protegidos por la gracia divina.
Cuando nos entregamos a esta verdad, comenzamos a percibir la vida como un flujo constante de bendiciones. En lugar de preocuparnos y buscar explicaciones inmediatas, otorgamos la situación a lo divino con fe y paciencia.
La fe nos libera de la preocupación, y esta ausencia de intranquilidad abre el camino para que el entendimiento surja de forma natural.
La entrega celestial nos recuerda que no necesitamos tener todas las respuestas de inmediato; simplemente debemos confiar en que todo se revelará en el momento adecuado.

Fluidez Divina: Encontrar el Regalo en Cada Momento.
La fluidez divina es aceptar con el corazón abierto los regalos presentes en cada experiencia.
Cada interacción, cada circunstancia, lleva consigo una lección o una bendición, y al abrirnos a esta realidad, fortalecemos nuestra capacidad de vivir en la Paz Interior a través de la gratitud.
Cuando el karma toma el control de nuestra mente, la preocupación se convierte en nuestro estado natural.
Nos enfocamos en entender las raíces de los problemas, pero al no soltar esa preocupación, perdemos la capacidad de disfrutar del momento presente.
En cambio, al practicar la gratitud diaria, enfocamos nuestra atención en nuestras virtudes y talentos.
Este hábito no solo eleva nuestra frecuencia espiritual, sino que también nos conecta con la verdadera esencia de nuestro destino.
Nos desprendemos del esfuerzo excesivo y permitimos que la vida fluya con naturalidad.

La Pasión por la Vida y el Poder de la Gratitud.
Cultivar la pasión por la vida.
La pasión por la vida es la capacidad de encontrar amor y significado incluso en las experiencias más desafiantes; esto nos permite avanzar con alegría y conectar con la Paz Interior a través de la gratitud.
Es el deseo de avanzar con alegría y descubrir los regalos que cada etapa de la vida tiene para ofrecer.
Cuando nuestra pasión está activa, nuestra creatividad se enciende, y encontramos soluciones donde otros solo ven obstáculos.
La pasión nos impulsa a ver cada momento como una oportunidad para crecer, aprender y evolucionar.
Por el contrario, la ausencia de pasión amplifica la incomodidad y transforma los desafíos en problemas complejos que parecen irresolubles. Al agradecer tanto los momentos placenteros como los incómodos, cultivamos un hábito de gratitud que nos conecta con la magia de la vida.
Agradecer y bendecir nuestras virtudes.
Agradecer y bendecir nuestras virtudes diariamente es una práctica que nos ayuda a enfocarnos en lo positivo.
Este acto sencillo eleva nuestra frecuencia y nos permite descubrir talentos ocultos que nos inspiran a vivir con propósito. Al centrarnos en nuestras fortalezas, nos liberamos de las preocupaciones innecesarias y nos abrimos a la posibilidad de un futuro lleno de significado.
La Sanación Plena y la Comunicación con el Cuerpo.

Sanar desde el amor y la autoaceptación.
La comunicación con nuestro cuerpo es esencial para alcanzar un estado de sanación plena.
Al bendecir nuestras manos y colocarlas sobre las zonas afectadas, pedimos al cuerpo que se alinee con la perfección del resto de nuestro ser.
Este acto no es solo físico, sino profundamente espiritual. Reconocemos que nuestras actitudes mentales pueden reflejarse en nuestro cuerpo, y al pedirle que se integre desde el amor y la autoaceptación, comenzamos a sanar desde dentro.
La repetición de afirmaciones llenas de gratitud y certeza es una herramienta poderosa para amplificar nuestra vitalidad. Este proceso nos recuerda que la salud no es solo ausencia de enfermedad, sino un estado de armonía integral entre mente, cuerpo y espíritu.

Liberarnos del Pasado: Perdonar y Olvidar.
Olvidar como acto de liberación.
El perdón es un paso importante en el proceso de sanación, pero olvidar es lo que verdaderamente nos libera.
Al desprendernos del peso de las memorias dolorosas, dejamos de revivir las heridas del pasado y abrimos espacio para la paz en el presente.
Recordar constantemente las fallas propias o ajenas nos encierra en un ciclo de resentimiento y frustración. En cambio, al enfocarnos en los momentos en los que aportamos alegría a los demás, comenzamos a vernos como seres valiosos y únicos.
Pedir el recordatorio familiar.
Pedir a nuestros seres queridos que nos recuerden por lo mejor de nosotros mismos es una forma poderosa de sanar.
Al generar momentos de intimidad sagrada, les pedimos que compartan los momentos en los que demostramos fortaleza, amor y generosidad.
Este acto nos ayuda a enfocarnos en nuestras virtudes y a liberar cualquier resentimiento que aún pueda estar presente. Nos reconectamos con el amor que nos rodea y descubrimos que somos capaces de superar cualquier circunstancia.

La Alegría como Camino de Ascensión Espiritual.
La verdadera espiritualidad se refleja en nuestra capacidad de vivir con alegría y gratitud.
Un rostro relajado, una sonrisa genuina y la capacidad de ver lo bello en los demás son señales de que estamos alineados con nuestra esencia divina.
Amarnos a nosotros mismos sin depender siempre del reconocimiento externo es un acto de madurez espiritual.
Nos recordamos que nuestro amor propio es suficiente, y que no necesitamos buscar validación constante para sentirnos completos.

Vivir en el Presente con Consciencia Plena.
Vivir con consciencia plena es el verdadero juego de la vida.
Al observar nuestras circunstancias con curiosidad y gratitud, descubrimos el poder transformador de la Paz Interior a través de la gratitud.
Esta práctica nos permite conectar con nuestra espiritualidad de una manera tangible y significativa.
La práctica espiritual no se mide por teorías o técnicas, sino por cómo integramos lo aprendido en nuestra vida diaria.
Una sonrisa, una palabra amable y una actitud abierta son pruebas tangibles de que estamos viviendo en sintonía con nuestra espiritualidad.
Conclusión: El Juego Real de Estar Presentes.
Vivir, reír y soñar son los pilares de una vida consciente y plena. A través de la alegría, la gratitud, la autoaceptación y la pasión por la vida, conectamos con nuestro ser más auténtico y mostramos al mundo la luz que llevamos dentro.
Este es el verdadero juego de la vida: aceptar nuestra divinidad, fluir con las bendiciones del presente y avanzar con confianza hacia el futuro.
Con amor y gratitud,
El maestro Hsu Hong Chi y los demás maestros.