Contrato espiritual del alma al nacer
Desde el inicio de nuestra existencia, firmamos un contrato sagrado con la vida. Ese contrato espiritual al nacer es un compromiso profundo que nos guía en el camino de la transformación o el gozo del presente. Dos caminos, una misma intención.
Canalización de Efrén Álvarez Calderón
Efrén Álvarez Calderón, canalizador y maestro espiritual, guía hacia la autoaceptación, paz interior y equilibrio. Su enseñanza fusiona sabiduría ancestral con una visión renovada, acercando la espiritualidad a la vida cotidiana.
Dos caminos, un propósito.

Todos llegamos a esta vida con un compromiso profundo. Es como si hubiéramos firmado un contrato espiritual al nacer, una alianza sagrada que marca la intención de nuestra alma. Ese contrato implica una dirección, un propósito, un llamado al movimiento interior. Por eso, a ese trayecto lo llamamos el Camino Uno: el de hacer, cambiar y transformar.
A la vez, este contrato espiritual al nacer es la semilla de nuestra intención más profunda.
Sin embargo, existe también otro sendero, igualmente válido: el Camino Dos, el del disfrute pleno, el de soltar el pensamiento, de dejar de preguntarnos constantemente para qué estamos aquí. Es el camino de estar simplemente presentes, abiertos, alegres.
De hecho, ambos caminos son sagrados y nos conducen a la ascensión. A veces, basta un solo día de entrega total al presente o a la acción con el corazón para tocar lo divino. A esos momentos los llamamos Momentos Sagrados, instantes reales de presencia.
Primer momento sagrado del contrato firmado al nacer: aceptar encarnar

El primer gran acto de amor y valentía fue aceptar encarnar. Venimos desde frecuencias suaves, relajadas, hacia una realidad densa. Esa decisión, por sí sola, ya nos otorga la ascensión. Pero al entrar en la experiencia humana, olvidamos. Creemos que debemos acumular acciones, cumplir etapas, sumar momentos para poder ascender.
Así nace la sensación de tener que «avanzar» una vida tras otra, no por el gozo de vivir, sino por sentir que nos faltan cosas por hacer. Pensamos que nuestro contrato exige reparar lo que está desordenado a nuestro alrededor, y que, al contribuir a la armonía, estamos cumpliendo nuestro compromiso.
La verdad detrás del contrato firmado al nacer

Recordar nuestro contrato espiritual al nacer nos libera de la presión del logro y nos invita a ser.
Podríamos cumplir nuestra parte del contrato desde cualquier lugar celestial, pero decidimos hacerlo aquí, en esta densidad. El contrato no se firmó en el cuerpo, sino fuera de él, en la conciencia. ¿Y cuál fue ese contrato? Venir y llevar paz y armonía a cada persona con la que interactuamos.
En muchas tradiciones espirituales, se habla de la existencia de contratos de alma que se establecen antes de nacer. Si te interesa profundizar en cómo estos acuerdos pueden influir en nuestras vidas y cómo podrían estar conectados con nuestras misiones terrenales, te recomiendo este artículo: ¿Planificamos la vida antes de nacer?.
Esa es la Nueva Buena. El gran mensaje es que somos paz y armonía, y que eso es lo único que tenemos que ser y hacer. En cada crisis, en cada confrontación, nuestro camino es regresar a la paz. Porque eso es lo que somos.

Dos caminos, dos ilusiones
El Camino Uno puede parecer arduo. Cambiar, transformar, accionar conlleva esfuerzo, y con el tiempo podemos creer que nuestra misión es muy compleja. En el Camino Dos, al disfrutar del presente, aparecen otras ilusiones: la culpa y los reclamos. La gente podría pensar que no nos afectan las cosas, y eso genera juicio. Pero eso es santidad: estar en el gozo sin moverse desde el drama exterior.
Oscilamos entre el temor de que nuestro esfuerzo no garantice la ascensión, y la culpa de disfrutar tanto que parezca que nos desconectamos del servicio. Pero la ascensión hoy no requiere grandes logros ni sacrificios. Requiere ser reales: ser paz y armonía de forma continua.
Vivir el presente según el contrato firmado al nacer
Ser reales es vivir desde el presente. Cuando algo está fuera de orden, es solo un llamado a volver al ahora. En ese presente podemos ver el rechazo, la culpa, el temor, y dejarlos ir.
La divinidad quiere que disfrutemos el presente. Si lo vivimos sin rechazo ni juicio, estamos en libertad. La santidad está en esa libertad, en esa paz que se sostiene por sí sola.
Para profundizar en cómo la práctica del mindfulness nos ayuda a mantenernos en el presente y a conectar con nuestra esencia espiritual, te recomiendo este artículo: Mindfulness y espiritualidad: la práctica de la atención plena.
La vida es prestada, el ser es eterno
Nuestro cuerpo, nuestra familia, nuestras circunstancias: todo es prestado. Solo somos permanentes en la luz crística que nos dio origen. No estamos aquí para complementar el caos del mundo, sino para recordar quiénes somos.
Venimos del corazón del Sol de Soles, del Cristo vivo. Y al recordar esto, nuestra labor deja de preocuparnos. Simplemente somos paz, simplemente somos armonía.
El regalo de una vida plena
Algunas personas, durante su vida, desarrollan grandes capacidades para ayudar a la humanidad. Pero a medida que maduramos, el llamado se simplifica: ser paz y armonía. Compartir eso con quienes nos rodean, incluso si nunca lo pidieron.
De niños y ancianos lo recordamos. Como adultos, nos enredamos creyendo que la vida es compleja, que Dios es complejo, que estamos siendo evaluados.
Pero el alma sabe que una sola vida, vivida en gozo y entrega, es suficiente. No hace falta repetir. Cuando dejamos de preocuparnos, el impacto de nuestra presencia se vuelve total. Cada interacción tiene sentido, y no hay nada más que buscar.
Cerrando archivos, abriendo el corazón

A veces cargamos con historias no resueltas. Archivos abiertos que nos quitan energía. La valentía espiritual está en cerrarlos todos, en reconocer que la tarea ya está hecha. Ser voluntario una vez es suficiente.
El ego quiere seguir buscando errores, «faltantes», misiones pendientes. Pero cuando vemos con los ojos del corazón, entendemos que no hay más que disfrutar, agradecer, y recibir los regalos de la vida.
Mensajes del contrato firmado al nacer: los regalos de los seres que partieron

Cuando alguien que ha fallecido viene a nuestra mente, no es porque haya algo pendiente. Es porque trae regalos. Viene a decirnos: «Te amo», «Me llenas», «Perdóname».
Aceptar esos regalos es cerrar el ciclo. Es reconocer que dimos lo que teníamos que dar, y que ahora es tiempo de recibir. De bendecir. De dejar que esos seres evolucionen con nuestra conciencia y amor.
Si sientes que has recibido señales de seres que han partido y quieres comprender más sobre estos mensajes, te recomiendo leer: 5 señales de que un ser querido fallecido está contigo.
Ser dios en un cuerpo humano
Cumplir con el contrato espiritual al nacer no significa perfección, sino autenticidad y gozo.
Vinimos a este mundo no a reparar, sino a disfrutar. A recordar que somos Dios en forma humana. Que el universo no estaba incompleto, solo esperaba nuestra presencia.
Nuestro corazón es el templo viviente de Dios. Somos el regalo que el cosmos necesitaba. Vivir es el mayor privilegio.
Dos caminos, dos legiones
Hay quienes vinieron a trabajar, a cambiar, a luchar. Y hay quienes vinieron a disfrutar, a jugar, a reír. Ambas legiones son sagradas. Pero los santos, los iluminados, los niños sabios, nos traen el resto de la noticia: que la vida es gozo, placer, alegría y satisfacción.
- El placer es del cuerpo.
- El gozo y la alegría, del corazón y del espíritu.
- La satisfacción, de la mente que siente que ha creado.
Cuando disfrutamos con autenticidad, no hay karma, no hay deuda. Solo hay luz.
Disfrutar el presente: el verdadero propósito
Mover cajas, vivir situaciones, convivir con personas… todo eso era parte del juego. Dios, con una sonrisa amorosa, nos puso a jugar. Y el verdadero festejo es reconocer que ya hemos sido todo, que ya hemos dado todo.
Disfrutar del presente, del cuerpo, de las emociones, de las personas que amamos. Eso es estar despiertos. Eso es la verdadera ascensión.
Ver con los ojos de dios
Cuando un familiar venga a tu mente, agradécele. Bendícelo. Dile: «Te recuerdo, te amo». Envíalo a templos de luz para que reciba todo lo que merece.
Porque lo que damos, recibimos multiplicado. Y cuando uno de esos seres regrese iluminado, nos traerá más regalos. Nos hará recordar que somos el motivo por el que este universo existe.
Vivir y reír

Somos el regalo. Somos la fiesta. Y cuando lo reconocemos, lo vivimos con los ojos del asombro, como los niños, como Dios mismo.
Que nuestra vida sea un canto de gratitud. Que vivamos con gozo, porque la fiesta ya comenzó y somos los invitados de honor.
Mantengamos nuestra atención en el único templo verdadero: nuestro corazón. Y sigamos compartiendo con los demás, con amor, lo que en verdad somos: Paz y Armonía.
Preguntas frecuentes sobre el contrato espiritual del alma al nacer
¿Qué es el contrato espiritual al nacer?
El contrato espiritual al nacer es un acuerdo sagrado entre el alma y la vida. Representa la intención profunda de experimentar, aprender y expandir la paz interior. Según esta visión, todos llegamos con un propósito: vivir en coherencia con la armonía divina, ya sea transformando o disfrutando plenamente del presente.
Ventaja: aporta sentido y dirección a la vida.
Desafío: puede llevar a sobreintelectualizar la experiencia o sentir que hay que “cumplir” algo en exceso.
¿Existen distintos caminos dentro de ese contrato?
Sí. El texto describe dos:
Camino Uno, el de la transformación y el esfuerzo consciente.
Camino Dos, el del gozo, la entrega y la aceptación del presente.
Ambos son sagrados y conducen al mismo destino: la paz interior.
Ventaja: ofrece libertad para elegir el modo de crecimiento.
Desafío: encontrar equilibrio entre acción y disfrute sin caer en la pasividad ni en el exceso de esfuerzo.
¿Qué significa aceptar encarnar?
Es el primer acto de amor del alma: decidir venir al mundo físico para aprender desde la experiencia. Aceptar encarnar implica reconocer el valor de la vida humana como oportunidad para expandir la conciencia.
Ventaja: fomenta gratitud y presencia.
Desafío: puede generar resistencia ante el dolor o las limitaciones humanas.
¿Cómo cumplir con el contrato espiritual?
Cumplimos con él cuando vivimos en paz, actuamos con amor y honramos cada instante. No se trata de logros externos, sino de recordar que somos armonía. La vida se simplifica al centrarnos en el ahora.
Ventaja: libera del perfeccionismo y la culpa.
Desafío: requiere desapego constante y práctica de confianza interior.
¿Qué enseñan los “dos caminos, una misma luz”?
Que el crecimiento espiritual puede darse tanto en el movimiento (transformar) como en la quietud (disfrutar). La verdadera ascensión sucede cuando reconocemos que ambos estados —acción y gozo— son expresiones del mismo amor divino.
Ventaja: une espiritualidad y vida cotidiana.
Desafío: mantener coherencia cuando las circunstancias externas parecen alejar de esa paz interior.
